Se pueden tratar: Secuelas de parálisis cerebral, de traumatismos cráneo-encefálicos (TCE), de derrames cerebrales e ictus (AVC) y de malformaciones cerebrales, hemiparesia, diparesia, paraparesias, tetraparesia, etc…
Deformidades de los pies (pies equinos, zambos, etc), de las manos (parálisis braquial obstétrica), del cuello (tortícolis congénita) y otras originadas de la espasticidad o de las formas mixtas.
Una de las principales secuelas de dichas patologías son las retracciones miofasciales que puedan formarse en los músculos estriados del cuerpo humano.
Durante los primeros 2 años después de haber recibido un daño cerebral, los músculos excesivamente contraídos por una espasticidad continuada (hipertono muscular) sufren problemas metabólicos (como la falta de oxigenación, nutrición, exceso de ácido láctico, etc.) Esto provoca el desarrollo de un proceso degenerativo de distrofia en las fibras del tejido fibroso principalmente en las fascias, en los músculos, en tejido tendinoso o en otro tejido.
Algunas fibras quedan acortadas y desvitalizadas presentando retracciones miofasciales que limitan extensibilidad del músculo y los movimientos. Estas retracciones conjuntamente con espasticidad provocan malas posturas y posiciones, bloquean parcialmente el crecimiento normal de alguna parte del cuerpo y exacerban el proceso degenerativo de distrofia comprimiendo los vasos sanguíneos y los nervios periféricos.
En las zonas de retracción miofascial suele surgir el síntoma de dolor provocando más espasticidad que, a su vez, favorece la formación de nuevas retracciones. De esta manera se restablece un círculo vicioso: “dolor-espasticidad-retracción-dolor”.
Las retracciones pueden ser más o menos rígidas en función de la gravedad del factor alterante y del proceso degenerativo de distrofia en las fibras patológicas.
Si las retracciones miofasciales son graves y dan lugar a mucha rigidez con el tiempo provocan las displasias, luxaciones, deformidades óseas y dismetrías. Paralelamente se forman contracturas articulares (fusión articular), como resultado de la limitación del movimiento (generalmente a la edad de 8 – 12 años).
Los esfuerzos de los médicos para recuperar sobre todo la parte reversible del daño cerebral y eludir las secuelas no siempre tienen el resultado deseado a nivel muscular, debido a que ya existen retracciones miofasciales que se independizaron de su factor causante (daño cerebral) y, a menudo, los pacientes obtienen únicamente un alivio, de forma temporal.
Los traumatólogos utilizan diferentes técnicas correctoras para dichas retracciones y sus secuelas incluyendo desde tenotomías hasta osteotomías y operaciones reconstructivas en el aparato óseo-tendinoso que pueden resultar bastante invasivas. Los resultados de estas operaciones no siempre son eficientes e incluso a veces son contraproducentes (pies laxos, recurvatum, abducción excesiva, etc.).
La miotenofasciotomía selectiva y cerrada es una intervención mínimamente invasiva, que posibilita liberar los músculos de las retracciones miofasciales seccionando exclusivamente las fibras acortadas. La intervención se realiza con un escalpelo fino por acceso percutáneo y con una gran precisión (sin necesidad de abrir y evitando así la posterior sutura y formación de cicatrices). Todo ello respetando los tejidos sanos y sus capas.